Cantando en la Plaza de Armas para el Papa Francisco

Para la reciente visita apostólica del Papa Francisco a América del Sur, el 16 de enero de 2018, el coro latinoamericano de la parroquia para los inmigrantes de Nuestra Señora de Pompeya, en Santiago de Chile, reunió a treinta y ocho cantantes y músicos y quince bailarines para la fiesta de bienvenido en la Plaza de Armas

A inicios del mes de noviembre de 2017 el Director del departamento de Movilidad Humana de la Arquidiócesis de Santiago y en el marco de lo que sería la visita del Papa Francisco a Chile, se reunió con los encargados del Coro Latinoamericano de la Parroquia para los Migrantes, Nuestra Señora de Pompeya de Santiago de Chile y les pidió que imaginaran cómo se podría realizar un evento de animación de las tres mil a cuatro mil personas que estarían en la Plaza de Armas de Santiago, en su mayoría migrantes, previo a la llegada del Papa a la Catedral para el encuentro que sostendría el 16 de enero de 2018 con religiosos y religiosas.

Una increíble responsabilidad

Probablemente en ese momento, ninguno de nosotros podría haber afirmado que tenía la certeza que sería este coro el que estaría finalmente sobre el escenario llevando adelante esa increíble responsabilidad, sin embargo, ante tal oportunidad se trabajó arduamente para definir los aspectos técnicos y creativos de lo que podría ser casi tres horas de un evento religioso-multicultural, animado por cantos, bailes, gestos y símbolos que representaran de alguna forma a todo el que pudiera participar de él.

Cada elemento se escogió con cariño y cuidado, cada canto, la estructura de un guion que le diera un contenido medular a la celebración, cada palabra y oración, hasta tener la certeza que aquella creación era digna de la solicitud aceptada y que representaba la realidad de la sociedad chilena que vive un profundo cambio en camino hacia un entramado más complejo, diverso, multicultural y heterogéneo.

Cantantes y músicos, bailes y ofrendas

El Coro convocó a 38 cantantes y músicos provenientes de Venezuela, Colombia, México, Perú, Cuba, El Salvador, Alemania y Chile. Se establecieron horarios diarios de ensayo, que cada día se fueron extendiendo más, con el propósito de poder entregar lo mejor de cada uno y del coro en su conjunto. Se trabajó con 15 personas que realizarían bailes y ofrendas, ataviados con trajes típicos, representando a las distintas zonas de Chile y países de América y Caribe y con 4 animadores que llevarían adelante la conducción y continuidad del evento.

Adicionalmente, se contó con el trabajo dedicado y silencioso de quienes produjeron cada elemento necesario para hacer realidad todos los requerimientos. En total, 60 personas para encender en quienes esperarían al Papa en Plaza de Armas la llama de la unidad, de la acogida y de la certeza que esta nueva sociedad la construimos todos cada día, desde lo que somos, nuestras habilidades, la voluntad y el amor que ponemos en cada cosa que hacemos.

El sueño se hacía realidad

El resultado no pudo ser mejor. Cada uno de quienes estuvimos ahí disfrutamos esta experiencia como ninguna otra que habíamos vivido. El sueño se hacía realidad ¡éramos los teloneros del Papa Francisco! Como nunca las voces y los instrumentos tuvieron una calidez especial. Vivir el proceso de preparación nos permitió remover nuestra propia tierra, prepararla, retirar durezas del pasado y dejar espacio fértil para el mensaje que recibiríamos durante la visita del Santo Padre.

En el análisis posterior pudimos compartir el sentimiento que esta maravillosa oportunidad nos dejó: la urgencia de hacernos responsables del sentido misionero de nuestra fe, de seguir disponiendo nuestros dones al servicio de quien pueda necesitarlos y así, con humildad pero con fuerza, contribuir con nuestro actuar a la construcción diaria de una sociedad más justa, donde se viva más dignamente y donde Chileno o Extranjero sea sólo una denominación que nos disponga a enriquecernos mutuamente de los elementos de culturas que nos deparan preciosos regalos cuando nos permitimos abrir los sentidos y el corazón a quienes se transforman en compañeros del camino que transitamos todos hacia la eternidad.

Katya Valdés Guralnick